Nueva York (CNN Business) – Cerca de 400 millones de personas en 45 ciudades de China están bajo confinamiento total o parcial como parte de la estricta política china de «cero covid». En conjunto, representan el 40%, o US$ 7,2 billones, del Producto Interior Bruto anual de la segunda economía más grande del mundo, según datos de Nomura Holdings.
Analistas hacen sonar las alarmas, pero dicen que los inversores no están evaluando adecuadamente la gravedad de las consecuencias económicas mundiales que podrían derivarse de estas prolongadas órdenes de aislamiento.
«Los mercados mundiales pueden seguir subestimando el impacto, porque gran parte de la atención sigue centrada en el conflicto entre Rusia y Ucrania y en las alzas de tasas de la Reserva Federal de EE.UU.», escribieron Lu Ting, economista jefe para China de Nomura, y sus colegas en una nota la semana pasada.
Lo más alarmante es el confinamiento indefinido de Shanghái, una ciudad de 25 millones de habitantes y uno de los principales centros de fabricación y exportación de China.
Las cuarentenas han provocado escasez de alimentos, imposibilidad de acceder a la atención médica e incluso se ha informado de la muerte de mascotas. También han dejado al mayor puerto del mundo sin personal.
El puerto de Shanghái, que gestionó más del 20% del tráfico chino de mercancías en 2021, está prácticamente paralizado. Los suministros de alimentos atrapados en contenedores de transporte sin acceso a la refrigeración se están pudriendo.
La carga entrante está ahora atascada en las terminales marítimas de Shanghái durante un promedio de ocho días antes de ser transportada a otro lugar, un aumento del 75% desde que comenzó la reciente ronda de confinamientos. El tiempo de almacenamiento de las exportaciones disminuyó, pero esto se debe probablemente a que no se envían nuevos contenedores a los muelles desde los almacenes, según la plataforma de visibilidad de la cadena de suministro project44.
Las aerolíneas de carga anularon todos los vuelos que entraban y salían de la ciudad, y más del 90% de los camiones que apoyan las entregas de importación y exportación están actualmente fuera de servicio.
Shanghái produce el 6% de las exportaciones de China, según el anuario estadístico del gobierno para 2021, y los cierres de fábricas en la ciudad y sus alrededores están sacudiendo aún más las cadenas de suministro.
Las plantas proveedoras de Sony y Apple en Shanghái y sus alrededores están detenidas. Quanta, el mayor fabricante de portátiles por contrato del mundo y fabricante de MacBook, detuvo su producción por completo. La planta representa alrededor del 20% de la capacidad de producción de portátiles de Quanta, y la empresa estimó anteriormente que enviaría 72 millones de unidades este año. Tesla cerró su fábrica Giga Shanghai, que producía unos 2.000 autos eléctricos al día.
El viernes, el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información de China dijo en un comunicado que envió un grupo de trabajo a Shanghái para trabajar en un plan para reanudar la producción en 666 fabricantes clave en la ciudad confinada. Los ejecutivos de Tesla esperan que se les permita reabrir sus puertas para el lunes, poniendo fin a la pausa más larga de la fábrica desde su apertura en 2019. El fabricante de automóviles ha perdido más de 50.000 unidades de producción hasta ahora, según materiales revisados por Reuters.
«El impacto en China es importante y los efectos en cadena en la economía global son bastante significativos», dijo Michael Hirson, jefe de práctica de Eurasia Group para China y el noreste de Asia. «Creo que nos espera más volatilidad y trastornos económicos y sociales durante al menos los próximos seis meses».
Las prolongadas interrupciones en la fabricación y el transporte marítimo chinos podrían contribuir a acelerar una iniciativa clave del gobierno de Joe Biden destinada a reducir la dependencia de Estados Unidos de los productos y las cadenas de suministro de China.
Pero la tarea conlleva graves repercusiones económicas inmediatas.
En un informe publicado la semana pasada, la Organización Mundial del Comercio advertía de que, en el peor de los casos, el desacoplamiento de las economías mundiales, espoleado por la invasión rusa de Ucrania, podría reducir el PIB mundial a largo plazo en un 5%.
Esto es muy poco probable dadas las profundas conexiones financieras entre China y Estados Unidos. La inversión en acciones y bonos de cada uno alcanzó los US$ 3,3 billones a finales de 2020, de acuerdo con datos de Rhodium Group.
«Siguen siendo economías muy entrelazadas», dijo Hirson. «Esa integración no es algo que se vaya a revertir fácilmente porque sería increíblemente costoso para EE.UU. y para la economía global».
Aun así, los líderes económicos estadounidenses creen que la desvinculación ya está en marcha. El cofundador de Oaktree, Howard Marks, escribió a finales de marzo que «el péndulo (ha) girado de nuevo hacia el abastecimiento local» y se ha alejado de la globalización. El presidente de Blackrock, Larry Fink, hizo eco de esta opinión en una carta a los accionistas de la empresa. «La invasión rusa de Ucrania», escribió, «ha puesto fin a la globalización que hemos experimentado en las últimas tres décadas».
En un discurso pronunciado la semana pasada ante el Consejo Atlántico, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, dijo que Estados Unidos está observando de cerca las conexiones políticas y económicas de China con Rusia. «En el futuro, será cada vez más difícil separar las cuestiones económicas de consideraciones más amplias de interés nacional, incluida la seguridad nacional», afirmó.
Aunque dijo que espera que pueda evitarse una «ruptura bipolar» entre China y Estados Unidos, «la actitud del mundo hacia China y su voluntad de adoptar una mayor integración económica pueden verse afectadas por la reacción de China a nuestro llamado a una acción decidida sobre Rusia».
Mientras tanto, un tercio de China está en cuarentena y su economía lo sufre.
La reciente respuesta de China a la pandemia puede costar al menos US$ 46.000 millones de pérdida de producción económica al mes, o el 3,1% del PIB, según una investigación de la Universidad China de Hong Kong.
Los analistas ya no creen que sea realista el objetivo de crecimiento económico del 5,5% para 2022, el menos ambicioso del país en tres décadas. El Banco Mundial revisó esta semana sus estimaciones de crecimiento económico chino hasta el 5%, pero señaló que, si continúan sus políticas restrictivas, podría caer hasta el 4%.
Las cargas económicas llegan en un momento políticamente precario. Este otoño, el presidente de China, Xi Jinping, pedirá un tercer mandato como líder de la nación, rompiendo con la tradición de un máximo de dos mandatos.