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Peter Kalmus, científico climático del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA, quien acaparó las portadas de medios tras ser arrestado en una protesta contra la inacción mundial ante el cambio climático, sigue con sus advertencias e intenta amplificar su mensaje.
«¿No debería ser una noticia más importante el hecho de que más de 1.000 científicos se arriesguen a ser arrestados para salvar el planeta que el hecho de que Elon Musk intente comprar Twitter?», escribió este jueves Kalmus.
El 6 de abril el investigador protestó en la ciudad de Los Ángeles junto con un grupo de colegas, quienes se encadenaron a la entrada de una sucursal del banco Chase, subsidiaria de JP Morgan Chase. Los participantes eligieron a este banco, dado que el gigante financiero fue considerado como el mayor financista de proyectos relacionados con energías fósiles, al destinar 382.000 millones de dólares entre los años 2016 y 2021. Estos datos salen a la luz en el informe ‘Bancos en el Caos Climático’, realizado por un consorcio de organizaciones no gubernamentales.
«Estoy aquí porque no se escucha a los científicos. Estoy dispuesto a arriesgarme por este precioso planeta, por mis hijos. Hemos tratado de advertirles durante tantas décadas. Nos dirigimos a una maldita catástrofe […] Vamos a perderlo todo. Y no estamos bromeando, no estamos mintiendo, no estamos exagerando», acentuó Kalmus en su mensaje.
Actualmente, el empleado de la NASA está en libertad y ha llenado su cuenta de Twitter con llamamientos para frenar «el colapso de la Tierra», señalando que todavía «no es demasiado tarde». «¡Ahora es el mejor momento para presionar! El movimiento empieza por fin a ser generalizado. Lucha por cada fracción de grado», anotó.
Su meta es alcanzar 200.000 seguidores en dicha red para «ayudar a amplificar la rebelión de los científicos». En el momento de escribir esa nota, Kalmus tenía más de 195.000 suscriptores.
Además, el especialista publicó varios artículos en el diario británico The Guardian desde 2017. Su último material, titulado ‘Los científicos del clima están desesperados: lloramos, suplicamos y somos arrestados‘ data del 6 de abril, la misma jornada, cuando quedó detenido.
«Preferiría estar con mi familia y hacer ciencia. Pero me siento moralmente obligado a dar la alarma. Cuando cambié la astrofísica por la ciencia de la Tierra en 2012, me di cuenta de que los hechos por sí solos no persuadían a los líderes mundiales para que tomaran medidas», reza el texto.
Kalmus relató que pudo reducir sus propias emisiones en un 90 %. En particular, dejó de usar aviones e instó a la comunidad académica estadounidense a seguir su ejemplo. Relató su experiencia en un libro para demostrar que la reducción de emisiones resultó ser un proceso «satisfactorio y divertido».
Protestas por todo el mundo
La acción de protesta en la que participó Kalmus se celebró en más de 25 países en todo el mundo y reunió a más de 1.000 científicos del grupo Scientist Rebellion, que salieron a las calles tras un reporte de la ONU. Dicho informe alertaba sobre la necesidad de cortar rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero antes del 2025 para evitar efectos climáticos catastróficos.
Aparte de Los Ángeles, las manifestaciones de «desobediencia civil» tuvieron lugar en Madrid (España), Berlín (Alemania), Copenhague (Dinamarca), La Haya (Holanda), Berna (Suiza), Quito (Ecuador), Washington DC, Nueva York (EE.UU.), Venecia, Roma y Turín (Italia), así como Lisboa (Portugal) y Londres (Reino Unido), entre otras ciudades.
Algunas de las acciones estuvieron marcadas por detenciones. Así, en Madrid más de la mitad de 100 participantes fueron arrestados tras arrojar sangre falsa en la fachada del Congreso Nacional. También hubo siete arrestos en La Haya, según reportó Scientist Rebellion en un tuit.
El grupo en cuestión se describe a sí mismo como «activistas de diversos ámbitos científicos, llamando a nuestras comunidades a oponerse a la dirección genocida de nuestros gobiernos, antes de que sea demasiado tarde«.
La organización fue fundada en 2020 por dos estudiantes de doctorado en física en Escocia, inspirados, en parte, por otro movimiento llamado Extinction Rebellion